Si hablamos de la esencia en el servicio de restaurante
estamos hablando de nuestra capacidad, no de transportar platos, que también, sino de hacer de facilitadores para que
nuestros clientes se sientan cómodos y disfruten de la experiencia gastronómica
y la compañía.
Podrían ser los llamados “MOMENTOS DE VERDAD”: recibir con una sonrisa, acomodar la mesa y la silla, ofrecer una bebida (seguramente tienen hambre y sed), asentir, dar conformidad a sus deseos. En definitiva, calmar su ansiedad ante lo desconocido.
Por mucho que conozca nuestro restaurante, el
cliente se enfrenta a una incertidumbre: qué voy a comer, cómo sabrá, me gustará, será suficiente, será caro, quedaré bien con mis invitados…
Y el miedo es libre.
Y el miedo es libre.
Todo nuestro esfuerzo debería ir encaminado a disipar estas
dudas y dar seguridad a nuestros clientes para que se relajen y disfruten.
Dicen que el buen servicio es aquel con el que uno queda encantado, pero no se
nota. Nuestra misión estará cumplida y bien cumplida si nuestros clientes no se
acuerdan de nosotros pero tienen un gran recuerdo de su paso por nuestro establecimiento.